martes, 27 de noviembre de 2012

Días llenos de píxeles (1)


En los surcos de un disco con sonidos hechos por máquinas se oyen voces sonoras que son buscadas, cogidas y tocadas por manos que provienen del mundo exterior. Manos felices que llegan como en escenas de películas en las que suenan las campanillas de la puerta. Y los envoltorios de papel crujen al doblarlos. Afuera los viandantes pasan como ráfagas delante de las portadas perfectamente cuadradas del escaparate con todos los objetos inmóviles. A ambos lados ya no está la ciudad continua y monótona y dentro está todo. En las letras impresas de la contraportada hay un universo que nunca deja de girar en mi cabeza con cada nota y cada voz en cada fracción de tiempo exacto y medido y con el tiempo detenido en cada instante, girando hacia el centro canción a canción y llegando a ese último microsurco que como un bucle enigmático nunca se acaba. Tras la entrada se esconde cada capa fílmica de espacio con cada detalle almacenado, uno detrás de otro, como un cajón de mundos planos y discretos. Y las manos que tocan y que se llevan envueltas cada trozo eterno sonríen y dicen adiós, de vuelta a los sitios donde no hay objetos sonoros.  

Agradecimientos: Marta. Discos Caverna. Calle Minero. Almería.

domingo, 25 de noviembre de 2012

A B.(Beyoncé(2))

Días

Quedarse dormido y tener ese primer sueño feliz que dura solo unos minutos, del que te despiertas enfadado intentando volver a dormir y continuarlo, que por más que lo intentas no vuelve y sólo consigues dormir, hasta el día siguiente. Pasar el día siguiente viendo a Juliette Binoche unos minutos golpeando a su amor y arrastrarla a bailar en la estación de autobús. Recibir desde muy lejos alguien que dice tras una máscara que no le que queda más remedio que tirarse de cabeza a la piscina del mar. Poner en el muro esa foto de Laura porque es tan best y tiene ese vestido que le queda tan bien. Y mirar el reloj. Comentar algo sobre el presentador de un programa de radio tomando ese café, y la película y volver a verla fabricar cigarros con el tabaco que guarda en el cajón. Leer una vez más a Joyce, besarla una vez más, oír decir los nombres de las calles por donde te han visto pasar. Salir a la terraza a descolgar la camisa que otro día te pondrás cuando quieras volver a soñar y tener otro sueño feliz. Y apretar el botón que dice despertar, para siempre, acabar de una vez con ese malestar de querer volver a atrapar ese sueño feliz y apagar la luz y volverte a dormir, hasta el día siguiente, para volver a ser otro anodino más en un barco feroz y ver ese reflejo, tras el cristal y darte media vuelta y huir. Abrir con llaves de metal otra vez el buzón y poner a hervir el agua con la sal.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Ella y Anubis

Mi mujer es desobediente y se salta las leyes de la física. Su entropía es menor que cero en un sistema aislado. El otro día no cumplió la Ley de Kirchhoff y la intensidad total fue mayor que la suma de todas las intensidades. Quita todos los electrones de en medio sin atender al orden de sus números cuánticos y hace ensaladas sin seguir el ciclo de Born-Haber. Y con sus magias y enseres dice no a la termodinámica y con constancia desecha las constantes empíricas. Estequiométricamente hablando es lisérgica y cúprica. Se pone los anillos de benceno frente al tocador de sustancias metálicas, tanto honor en sus cifras, tanto calor latente. Y su reacción exotérmica de perfumes bioxigena la habitación, entre un millón elevado a todo de moléculas azules de metileno sabático.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

TRÁFICO

Las calles se envuelven en teléfonos y bufandas. Esperando el semáforo, viendo gafas de sol, digo que sí a las máquinas oyendo armónicas, armónicas en las guitarras. La chica del jersey a rayas horizontales que espera en el paso de cebra el amor y la guerra canta blues y yo quiero saber si la mujer que me espera en mi casa contando con los dedos tiene sed. He visto tantos días como cláxones gritando en el trayecto entre mi casa y las casas anónimas que he decidido apagar las cajas de música. Las casas anónimas rotas entre objetos artificiales, fotografiando cada centímetro de pared llena de secretos y cómo pájaros que se estrellan en mi retrovisor desando las líneas marchitas y vuelvo. Volveré mañana a fotografiar más casas anónimas llenas de teléfonos.

Profecías

Mañana jueves día 22 de noviembre de 2012, Raúl Quinto irá al Museo de Almería (Carretera de Ronda,91) a las 19:30 acompañado de Elena Medel y presentarán, ambos, el libro de poemas escrito por el primero y llamado Ruido blanco y editado por la segunda en su bella editorial La Bella Varsovia. Habrá gente y sillones y permanecerá en su sitio el Museo, intacto, antes y después del acto. Habrá sonrisas y saludos, se repartirán qué tal y buenas tardes o noches, correrá una ligera brisa de miradas. Finalmente habrá despedidas y adioses o hasta luegos. Habrá ruido (blanco).

domingo, 18 de noviembre de 2012

A Beyoncé

Usted, Beyoncé, de sonoro nombre, está como un tren de alta velocidad, pero no descarrila y no tiene socavones sin asfaltar, tiene curvas, sí, pero no tiene vías muertas. Tiene focos pero no tiene atmósferas de despedidas de ventanillas de tren. No tiene arrugas pero tampoco bellas ojeras moradas de insomnio. Su armadura de metal ni me atrae ni me repele pero no me arranca ningún post, tan tirana. Tiene jaguars y followers pero no tiene abismos ni vacíos. Si usted presumiese de lo que careciese, presumiría de otoños y fríos. Y como no tropieza y a fin de mes siempre llega el principio del siguiente, su nombre no rima con lascivia. Y no está tan delgada como una idea, nadie pisa sus encajes. No hace ascos a las brújulas que le llevan al norte de los sucesos, no vira el rumbo ni navega contracorriente, no tiene ríos, sólo mares del sur de la abundancia. En su constelación es usted luminosa y radiante pero no tiene insondables agujeros negros. Y por tanto puede dar luz pero no atrapar, su física es determinista y mecánica. Y aunque en su mundo relativista el tiempo no transcurre, qué albricias para los metódicos, no tiene dudas ni miedos, no es frágil, no tiene soliloquios.

sábado, 17 de noviembre de 2012

La ofensiva del Tet

La noche del día 30 de enero de 1968 soldados del Vietcong atacaron Saigón y yo les ofrecí té Rooibos en bolsitas. Los vietnamitas preferían té Ceilán, té Darjeeling me dijo uno de Singapur, por favor, té con canela o Assam, con limón y una nube de leche. El té  rojo sudafricano Rooibos con sabor a ciruela les excita sobremanera a pesar que no tiene cafeína ni teína. En el breakfast tomaban tostadas y a las cinco tomábamos te verde con menta y Earl grey con algunas gotas de licor de arroz. Un soldado me preguntó porque ya no se hacían esas teteras de cristal con émbolo en un recipiente filtrante aptas para microondas. Porque entonces el mundo sería demasiado perfecto, le contesté. Y lo bien que quedaría la tetera malva junto a la jarrita de leche en el mueble ocre para hacer una fotografía still life (naturaleza muerta) que tan bien acompaña a esta ofensiva del Vietcong. Evidentemente les gustaban mis pósters de Brigitte Bardot y no sulfuraban mercadotecnia capitalista. Finalmente estallaron las bengalas y salieron a la calle los dragones. Yo desde entonces hago caso omiso a las luciérnagas.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Carta a Milena Jesenská

A/A Milena Jesenská
Judenplatz, 39
Viena

Remite: Franz Kafka
Zlata Ulicka, 22
Praga

Querida señora Milena:

Ya no tengo tisis ni toses, ahora voy al gimnasio y frecuento los salones de la alta sociedad vestido con frac. Bebo champán francés y he dejado de escribir cosas raras que nadie entiende. Que experimente otro, digo yo. Tenía usted que verme como he echado músculo. Ahora soy un todo un gourmet de la alta cocina y paladeo los mejores vinos. También he decidido trepar lo mío y ahora soy el jefazo de la compañía de seguros, paseándome orondo entre mis subalternos. Me he enterado de que por ahí andan liándola parda con el surrealismo que antes me hubiera hecho tilín pero que ahora considero mamarrachadas de hombres tristes. Y sabe, señora Milena, hay que bastante perverso para escribir si uno es feliz. A partir de ahora iré los domingos a pasear por el lago y visitaré los cafés y fumaré puros de calidad en tertulias de hombres vestidos con chaleco y reloj de cadena. Duermo como un bebé y como como un gañán. Asisto a funciones de teatro y voy a la ópera. Me la trae al fresco la política en el club del casino pero doy mi opinión a favor de  la mayoría biempensante. Y sí, tiene permiso para traducir mis abstrusas obras al checo, que no obstante he mandado echar al fuego, para avivar así la llama del calor del hogar.

                                                                                              Suyo, F.

martes, 13 de noviembre de 2012

Sesión continua

Pasa de carteleras pixeladas y hazte un Jack Lemmon por que sí. Ten tu propia fábrica de moda al borde de la quiebra en Salvad al tigre (John G. Advisen, 1973), planea quemar tu propio almacén para cobrar el seguro y derrúmbate en plena presentación de tu nueva colección. Avaros prestamistas judíos acudirán como buitres. Date un paseo con los chicos de Drugstore Cowboy (Gus Van Sant, 1989), asalta todas las farmacias y no pongas nunca el sombrero encima de la cama porque trae mala suerte. Vuelve a Jack Lemmon (siempre Jack Lemmon) y bebe hasta perder la razón con Lee Reemick en Días de vino y rosas (Black Edwards, 1962). Lee pegará fuego al apartamento y tú perderás el trabajo. Vete a New Orleans a jugar al póker con Edward G. Robinson en El Rey del Juego (The Cincinnaty kid, Norman Jewison, 1965) y cae en las garras de Ann Margret. El bueno de Karl Marlden repartirá las cartas. Y ya que estás en New Orleans aprovecha para averiguar que fue de Johnny Favourite en El corazón del ángel (Alan Parker, 1987) en tus horas bajas como detective. Tendrás que ir a New York para que Robert de Niro te dé las instrucciones precisas mientras se come un huevo cocido con sal. Y te puedes quedar en New York conduciendo un sucio taxi en Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) e invita a salir a Cybill Shepherd que dirá que sí aunque en principio piense que eres una persona extravagante, dirá que sí y aceptará salir contigo y le regalarás ese disco de Kris Kristofferson que tanto le gusta, mágica Cybill, le gustará desayunar contigo. Con gafas y sin ellas y con ese vestido tan blanco. Pero no la fastidies y llévala a ver una película bonita.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Adictos a la lujuria.

Ayer llevé a las viejas cacatúas en el autobús y el demonio era la niñata de la blusa blanca rubia que se metió en mi habitación la noche anterior. Juro que no bebí más de cuatro tragos pero la cacatúa puso a cantar a las demás en el autobús y claro tuve que llevarlas hacia la taberna donde me espera el otro demonio de mujer que me arrastra hacia el fondo y me afeita la barba de cuatro días y observa mi crucifijo colgado del cuello. Claro que tuve robar el delco del autobús porque de no haberlo hecho se hubieran ido todos al infierno siguiendo la ruta estipulada y porque maldita sea tenía que haber teléfono en la taberna para que la cacatúa llamase al obispo y me denunciase por estupro y por llevarlas a todas demonio de niñata incluida a tabernas con demonios de mujeres que me arrastran hacia el fondo. Y hoy volveré al autobús recién afeitado y no miraré al demonio de niñata y sonreiré a todas las cacatúas y no robaré el delco. Iremos por la ruta estipulada para que ninguna cacatúa y menos la niñata se ponga mala de disentería. Cantaré con todas ellas y olvidaré al demonio de mujer de la taberna. Pero huiré con la niñata y ella me dirá que quiere llamar a su madre y yo le diré que no puede ser porque su madre ha muerto. El policía disfrazado ya estaba tras mis pasos ya estaba haciéndose pasar por psicólogo o invitándome a desayunar al día siguiente y la niñata que decía que iba a clases de interpretación a saber donde iba, a saber donde iba. Y el policía no encendía la luz porque quería ahorrar y no encontramos la cama supletoria. Y la niñata me despertó diciendo que había un incendio en el hotel y riéndose a carcajadas, demonio de mujer.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Mensaje en clave interceptado por la 164ª División Ligera Afrika.

El alma con abalorios cien por cien especial ha erigido entre bambalinas una gestión sólida con una impronta como un gran estandarte. Las nubes son gatos disfrazados de pánico haciendo ruido al chocar. Voy a viajar a Beijing con mi personalidad arrasadora mientras en las ciudades llueven hidrógenos que dicen OH. La calle me está grande y escucho edificios en el Teatro. Humano como el espacio crezco de sed y vasos de agua llenan Londres encabezando el río. El invierno ha empezado justo al principio del verano con girasoles en los dedos o botes de luz. Un siglo sin la forma de lo que lo caracteriza hace que este grande llegue. El opio llegará tarde a los bellos ocios llenos de sol en Europa Central a las 14:10.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Acto III.

Si hay que quemar las naves, mejor hacerlo deprisa y aprovechar la combustión para escribir mensajes con señales de humo. Y aspirar el humo como el que aspira el aire de los tubos de oxígeno, en lo más profundo, donde sólo te escuchan los peces. Donde está el hombre de los zapatos de hormigón que estrenó aquel día que se dio un chapuzón desde el puente a medianoche acompañado de unos amigos que le ayudaron a ser un hombre feliz. Montarse en cada tren, seducir a la lectora de novelas con gorro, darle fuego para que queme las naves lo más deprisa posible y aspire el humo lentamente y exhalándolo como el que exhala el aliento en forma de vapor en un día frío de invierno meciéndose por el traqueteo de un tren. Las vías de la seducción te llevarán hacia un largo tunel del que saldrás con un cadáver en el compartimento diecisiete. La cena será francamente mala y las ventanillas se empañarán. En la radio del taxi sonarán melodías de orquesta de jazz y el taxista llevará gorra de plato. Y una vez más en el callejón habrá una pelea de gallos detrás del tugurio donde ponen vasos pequeños de bourbon y alguien soplara una armónica en el callejón del limpiabotas.

lunes, 5 de noviembre de 2012

La forma correcta de escribir el destinatario en un sobre.

Hay que elegir primero el bolígrafo, rotulador o la pluma. Luego hay que leer una meditación de Kafka y hacer como que lloras, beber ginebra y lavarte los dientes. Elegir el color del bolígrafo, rotulador o pluma, lo cual eleva exponencialmente las opciones. Mirar el sobre apaisado durante unos minutos perfectamente alineado con el borde de la mesa e imaginar el desierto de la viñeta de un tebeo, el blanco y perfecto papel del sobre, hacer como que fumas, mirar por la ventana. Comprobar que el bolígrafo, rotulador o pluma escribe sin tachones ni manchas en un papel inservible, comprobarlo otra vez y una vez más para no hacer borrones o quedarse sin tinta. Cambiar la elección por un bolígrafo o rotulador nuevos o una pluma con el cartucho recién cambiado y comenzar de nuevo el proceso. Poner por fin el nombre del destinatario lentamente, con perfecta caligrafía, conteniendo la respiración. Escribir la calle y el número, el piso y la puerta, la ciudad y el código postal. Esperar varios minutos con el sobre perfectamente alineado con el borde de la mesa escuchando una canción cantada por Marlene Dietrich.