domingo, 18 de noviembre de 2012

A Beyoncé

Usted, Beyoncé, de sonoro nombre, está como un tren de alta velocidad, pero no descarrila y no tiene socavones sin asfaltar, tiene curvas, sí, pero no tiene vías muertas. Tiene focos pero no tiene atmósferas de despedidas de ventanillas de tren. No tiene arrugas pero tampoco bellas ojeras moradas de insomnio. Su armadura de metal ni me atrae ni me repele pero no me arranca ningún post, tan tirana. Tiene jaguars y followers pero no tiene abismos ni vacíos. Si usted presumiese de lo que careciese, presumiría de otoños y fríos. Y como no tropieza y a fin de mes siempre llega el principio del siguiente, su nombre no rima con lascivia. Y no está tan delgada como una idea, nadie pisa sus encajes. No hace ascos a las brújulas que le llevan al norte de los sucesos, no vira el rumbo ni navega contracorriente, no tiene ríos, sólo mares del sur de la abundancia. En su constelación es usted luminosa y radiante pero no tiene insondables agujeros negros. Y por tanto puede dar luz pero no atrapar, su física es determinista y mecánica. Y aunque en su mundo relativista el tiempo no transcurre, qué albricias para los metódicos, no tiene dudas ni miedos, no es frágil, no tiene soliloquios.