jueves, 28 de febrero de 2013

Todos los días son miércoles

Sobre todo el día que recogí a la viuda negra de Babel y recorrimos juntos la autopista llena de viento, ese día que me dijo otra vez todas esas cosas que siempre dice sobre mí a los demás cuando me mencionan, mientras oíamos el que tiraron en una fosa común acompañado sólo por cinco personas. Y en ese mundo lleno de heridas curadas escuché otra vez sus palabras que ya no eran monótonas. Un día iremos a comprar mi pequeña novela a la librería para leerla juntos, ella que no sabía lo del fantasma que le conté ese mismo día, ese día que fue como una inyección que me hizo olvidar por unas horas lo que no puede ser porque es imposible, que disfrazas una y otra vez con maquillajes de carnaval pero que vuelve porque quieres que vuelva, porque deseas que vuelva a aparecer una vez más. Lo que te cura cuando está cerca. Y te mata cuando está lejos.

lunes, 18 de febrero de 2013

Catrina muerte mejicana

Querido lunes, al volver de la calle amapola, he visto otra vez el mismo entierro enfrente del club, el mismo entierro de todos los días; y he visto el hombre que vende ramos de flores, al pararme en el semáforo. El sábado de autos, después de ver a Eusebio Poncela teclear una vez más un guión me puse el protector dental de terrores nocturnos y empezaba a sudar a pesar del frío cuando recibí una fotografía de la dama pálida seria y pensativa en un anochecer seco. Y volví a despertar tantas veces como siempre durante la noche madrugada víspera de domingo preguntándome, como aquella vez, si había pasado de verdad, y volver a mirar otra vez esa fotografía como aquella vez que busqué varias veces su mail escrito en un papel, y volver a mirarlo para ver si era de verdad y no había sido otro sueño más. En esa madrugada olvidar mirando su fotografía un terror tras otro, dulce como el cielo de cada pesadilla.

lunes, 11 de febrero de 2013

Marco Aurelio

Antes de que pase el día me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso y un insociable. A todas horas, preocúpate resueltamente, como romano y varón, de hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida. Nada más desventurado que el hombre que recorre en círculo todas las cosas y que busca mediante conjeturas lo que ocurre en el alma del vecino. Lo que no deteriora al hombre, tampoco deteriora su vida y no le daña ni externa ni internamente. Piensa, por ejemplo, en los tiempos de Vespasiano. Verás siempre las mismas cosas: personas que se casan, crían hijos, enferman, mueren, hacen la guerra, celebran fiestas, comercian, cultivan la tierra, adulan, son orgullosos, recelan, conspiran, desean que algunos mueran, murmuran contra la situación presente, aman, atesoran, ambicionan los consulados, los poderes reales. Pues bien, la vida de aquéllos ya no existe en ninguna parte.

domingo, 10 de febrero de 2013

Correr en invierno

Leer a Nietzsche al mediodía en medio de una cafetosis múltiple y buscar la eternidad distrito a distrito, como Alicia en las ciudades. Con varias capas de ropa calentar motores y escuchar a Ligeti, como un ritual francmasón ponerse las zapatillas de Mercurio y alas en los pies. Sol y viento helado endorfina tras endorfina contra pronóstico y contra nadie de un cronómetro quieto destruyendo cada roedor físico y cada molécula invasora. De tu cuerpo inexpugnable y del aire difundir todos los oxígenos, vencer sin competir, sin dorsal, sin fotoperiodismo, sin meta, donde el corazón lleno de cal se vuelve puro y no bombea hemoglobinas en vano. Y volver a Nietzsche, oh Friedrich, regenerar lo invadido, expulsar a los invasores de El Castillo. El marino que perdió la gracia del mar vuelve a su fortaleza de color repulsión sin sirenas de policía, volátil. La doctora errante dio con la respuesta y el verbo se hizo carne en los pies, quemadores de azúcar, una obsesión, el invierno.

domingo, 3 de febrero de 2013

Isis

Mi corazón desordenado y kamikaze fuma crack y habla solo, rebobina la cinta una y otra vez, uno, dos, capcioso, no quiere saber nada y bebe agua. Ha adelgazado nueve kilos de un tirón, en el límite de todo inconsciente al borde de una piscina totalmente vacía. Tocando el cielo de las cosas ha entrado en los bares solitarios de siesta de lunes y se le ha aparecido Isis, sonriente. Los vasos de cristal son trozos del pasado, inertes y en un jeroglífico borroso he encontrado suburbios de la memoria. Ella entre todas las divinidades, partes de mí, puertas cerradas, ejércitos invencibles, agujeros, notas a pie de página, la serpiente, la serpiente a los pies de Pompeya, el fuego, los pájaros, los cristales rotos, centurias avanzando, divagando sola, una cantata para cada discurso, sacerdotisas, plazas solitarias, una misa. Y todo lo racional lo destruye con su introspección. Las clínicas tienen listas de espera para varios meses, como el equilibrio. He vuelto a casa, he dejado las llaves en el cajón y he vuelto a acurrucarme entre sus brazos con mi cabeza en su pecho para que me acaricie y me diga ya ha pasado todo, seguro entre algodones y besos.

viernes, 1 de febrero de 2013

Hago cosas que no son pensar en ti.

La arropo, la beso, hago llamadas de teléfono breves y concisas, quedo en gasolineras recónditas con gente despreciable, me pongo los zapatos y la americana, me peino, arranco el coche, alguien me da un chivatazo, resuelvo por fin el misterio, doy con la solución, calculo los horarios, busco personas y direcciones, me doy prisa, digo la contraseña, en el último momento capto el mensaje y doy la vuelta violentamente con el coche, llego antes y lo averiguo todo, encuentro a quien busco, digo que soy el correo, aprieto el gatillo y disparo con silenciador, limpio mis huellas, caigo en la trampa y me descubren, salgo corriendo rompiendo la ventana, llego a casa, veo las noticias y el parte meteorológico para mañana, observo por la ventana descorriendo un poco la cortina y apago la luz, recibo una llamada de teléfono, oigo ruidos y es el gato, voy al baño y abro lentamente la puerta, se oye la sirena de una ambulancia, enciendo un cigarrillo, lo aplasto en el cenicero rápidamente, me acuesto y me duermo y por fin, con la mano debajo de la almohada sujetando la pistola, sueño con ella.