lunes, 11 de febrero de 2013

Marco Aurelio

Antes de que pase el día me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso y un insociable. A todas horas, preocúpate resueltamente, como romano y varón, de hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida. Nada más desventurado que el hombre que recorre en círculo todas las cosas y que busca mediante conjeturas lo que ocurre en el alma del vecino. Lo que no deteriora al hombre, tampoco deteriora su vida y no le daña ni externa ni internamente. Piensa, por ejemplo, en los tiempos de Vespasiano. Verás siempre las mismas cosas: personas que se casan, crían hijos, enferman, mueren, hacen la guerra, celebran fiestas, comercian, cultivan la tierra, adulan, son orgullosos, recelan, conspiran, desean que algunos mueran, murmuran contra la situación presente, aman, atesoran, ambicionan los consulados, los poderes reales. Pues bien, la vida de aquéllos ya no existe en ninguna parte.