domingo, 5 de febrero de 2012

En realidad soy Kevin Costner

Sí, es cierto. Pensé que nadie lo iba a notar nunca porque a ver qué hace Kevin Costner viviendo en Almería y escribiendo en un blog en español pero así son las cosas. Queridos admiradores (de Kevin Costner, o sea, míos), Hollywood no es lo que dicen ni lo que parece. No es Babilonia, ni siquiera Hollywood, Babilonia. Ni siquiera he estado jamás en Hollywood, Babilonia, yo, Kevin Costner, porque soy de LinWood, California, lo podéis comprobar en Wikipedia, aunque si lo hacéis dudaréis entre LinWood, California o LinWood, Illinois. Yo también dudo bastante, no sobre eso, evidentemente, sino sobre muchas otras cosas. Mi vida es una completa duda existencial, no es fácil ser guapo, rico, famoso y buen actor como lo soy yo, todo eso y más. Otra cosa diferente es vivir permanentemente en Hollywood o en Babilonia, sitio y estilo de vida que conozco sólo de oídas. Mujeres, alcohol, fiestas, drogas, ropa cara, coches de lujo, alfombras rojas, alfombras en el salón del apartamento, manos manchadas de cemento en el Paseo de la Fama, yo pasé de mancharme las manos, que me pusieran una estrella, dije. Y volví a mis meditaciones solitarias. Si veis la que dicen que es mi obra maestra, Bailando con Lobos, lo entenderéis todo, si la veis de nuevo, quiero decir. Así me siento, como en la mayor parte de la (larga) película, solo en medio de la (extensa) pradera. Y por eso me he venido aquí, a Almería, lo más cerca posible de vivir en una permanente película del Oeste existencial. Vine atraído por todo lo que supe que se rodó aquí y pensé que el Oeste,-los almerienses le llaman el desierto- realmente está aquí y no en ninguna parte de Estados Unidos. Aquí están los verdaderos vaqueros solitarios, tan sólos como yo. Y después de ver, buscar y meditar, acabé viviendo en una casa en la ciudad (de Almería) porque ya quería olvidar el Oeste, el desierto, el cine, la fama -y el Paseo de la Fama con sus huellas de manos sobre el cemento, que yo me negué a ensuciar- y sobre todo Hollywood donde nunca estuve, y Babilonia donde estuve menos aún. Y fui a la playa como un bañista más. Y nadie me reconocía, nadie me pedía autógrafos, y fui feliz, algunas veces me decían: me suena tu cara, pero yo decía que pues no sé de qué puede ser. Pero yo sabía que eso no podía durar mucho. Después de todo el Oeste existencial está en todas partes. Estoy pensando en irme otra vez lejos, muy lejos, muy lejos de mí mismo. Donde ni siquiera yo pueda ya reconocerme.