el amor era un todoterreno
que recorría asfaltos interminables
kilométricos senderos sin repostar
se ponía a cien en un milisegundo
su consumo diesel ínfimo
viviendo del mismo aire impuro expelido
cegando ojos con su tapicería
de símbolos pacíficos o fálicos
qué motor despreciaría esos besos
esas miradas de carburador
las piernas como llantas entrelazadas
mirando al horizonte
en su seguridad nadie sabría
discutir sus fonemas o rugidos
y al fin de tantas revoluciones
exhausto de sístoles comburentes
pedía agonizante de octanajes
un sincero cambio de aceite