viernes, 19 de abril de 2013

Sin dejar huellas

Iba a ser primero A. y luego B. pero sólo fue A. Por eso nunca sabremos a que sabía la pastilla eferverscente que se fue diluyendo poco a poco en el vaso de agua de la carretera hasta hacerse invisible y que al final el agua sólo pareciese agua igual que antes. Ya no hacen falta las prisas ni los muros aunque los muros se volverán a reír de forma nerviosa y las prisas llegarán tarde e incluso no llegarán. Pero dará lo mismo. Todo el día habrá vasos de agua pero ya sin pastilla efersverscente, como el agua tirada en el suelo, que acaba tarde o temprano por evaporarse. Como el humo que realmente no existe porque es gas, y el gas no existe y por eso se va. Habrá siempre carreteras, pero por ellas no se irá a ningún sitio. Una puerta que se abre siempre pero que por ella no se entra a ninguna casa, como el decorado falso de cinecittà, como una piedra que se tira al mar y que rebota incluso varias veces pero al final siempre se hunde. Habrá más días, e incluso un día cada día, pero sólo serán una hoja que se arranca de un calendario de mesa, se hace una bola arrugada y con el más absoluto desdén, cada mañana se tira a la papelera de todos los desechos que irán a un contenedor donde a la hora habitual, un camión se lleva todo para quemarlo y que al final sea lo que fue al principio, ese humo que no existe, y por eso se va.

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