Para disfrutar de lo mejor siempre hay que ir a otro sitio. Y además que no sea gratis ya que, citando a un cantante y guitarrista muy hacedor de amigos, lo peor de la vida siempre es gratis. Para qué vas a probar en tu barrio. Te puedes encontrar cosas como que han abierto un nuevo bar y que ponen buenas tapas. Cierto que siempre serán peores que ese o el otro bar de no sé donde pero qué quieres que te diga, me gusta que en un bar haya ambiente de bar y no de funeraria o de despacho de notario. Que se voceen las tapas a la cocina y que no haya sitio, que haya poco diseño, después de todo no hay que llamar a Le Corbusier para poner un bar. Que no salgan en ninguna guía con el rollo ese de la calidad y la cantidad. Bares descatalogados de barrio donde las cañas están a dos euros. Además se puede tener controlado al dueño del Studiocafé y señora que poniendo cara de circunstancia te habrá dicho antes que los monólogos no empiezan a las diez y media, sino a partir de las diez y media. Que te da tiempo a tomar una caña. Una y todas, pero ese es otro asunto. Pues bien, pasadas y bien pasadas las diez y media y tomadas todas las cañas, ya se puede ir notando que el citado dueño y señora se va para su bar (o café) o sea que es probable que los monólogos esos empiecen. Ya en el bar o café de los monólogos la expectación es máxima ya que está lleno de gente y todo el mundo hace apuestas a que los que están poniendose ciegos a cubatas cerca del escenario son los monologuistas y que de un momento a otro empieza la cosa. También da tiempo a tomarse algunos cubatas mientras tanto. O un mojito. Ya sabemos que seguramente los monologuistas no deben ser buenos, por aquello de lo gratis y que los mejores mojitos los preparan en el Savoy o en el Palacio Episcopal de Astorga, ya puestos, pero para mí que estos están de muerte y que las y los o los y las monologuistas del otro día eran acojonantes. Es evidente que la fase previa es fundamental, para ambas y ambos. Pero vamos que hay otras opciones como irse al festival de Bayreuth a escuchar a Wagner a palo seco. Pero vaya, fiate de los controladores y los ministros.
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